Olvida todo lo que te pueda decir.Es mi mentira de ti.

domingo, 30 de enero de 2011

existes desde fuera,vida mía




Habían apagado las luces, se habían ido todos, quedabamos tu y yo en esa habitación con pestilencia química apretujadas y con miedo a respirar.
el arte es lo que me hace pensar que el ser humano merece la pena, decías. 
Te quejabas, de que en los museos no se podía disfrutar de nada, una obra está para fusionar, no para separar, ¿por qué las ponen en vitrinas? Es como si expusieran libros en los techos, ¿nunca has acariciado tu piel con una pagina? Y dejar que se resbalen letras por tus zonas erógenas, como agua de un manantial, como si fueran caricias escapistas que encuentran destino en tu piel.
Yo te contemplaba sin pestañear, a veces no sabía si bromeabas o si hablabas demasiado en serio. Ese día sinceramente, pensaba que bromeabas cuando dijiste de quedarnos encerradas en el museo, quizá tampoco lo creyeras tu, quizá de eso traten las verdaderas bromas.
Pasamos horas besándonos en esa tumba habitable con puerta sin pestillo, hasta que te separaste y rebuscaste entre las bolsas con productos de limpieza y utensilios como escobillas de bater, ambientadores, cubos y trapos para sacar una bolsa neceser de propaganda, dijiste que extrajera lo que había en su interior, te hice caso intrigada, y saqué algún uniforme de operaria de limpieza. Lo tenías todo planeado, te miré incrédula, ¿en serio estoy enamorada de una terrorista? Hasta gurú barata llegaba, pero tanta planificación me aterra, ¿que has tramado? Reíste para después tocar todas mis cuerdas y dejarme de nuevo fuera de juego, pese a ello te perseguía ofreciéndote mi cuerpo de impulso de saltos y recepción de caídas. Nunca estuve tan orientada hasta que me enseñaste la alternativa a la derecha izquierda arriba abajo,  era la profundidad, la seguridad de cerrar los ojos sin dejar de mirar.
Salimos de la tumba y recorrimos el museo, apreciando cada obra, pegándonos a los cuadros, echándole nuestro aliento, restregando nuestros cuerpos con las esculturas, mordiéndolas, lamiéndolas, jugando con ellas, disfrutanto a fin de cuentas, sintiendo a fin de cuentas, comenzando a vivir de nuevo.
Supongo que es normal que no tardara en sonar la alarma, volvimos a nuestra tumba habitable donde nos esperaban litros de compuestos químicos, sacaste una caja de esas pastillas que le robas a tu madre, después de brindar con desatascador dormimos calientes y embadurnadas en pasmosa espuma blanca.

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