Olvida todo lo que te pueda decir.Es mi mentira de ti.

domingo, 21 de abril de 2013

lunes, 8 de abril de 2013

Dejametudisfrazaunqueseaporunashoras.


He lavado trece veces las sábanas.
Y las he puesto a secar, trece veces.
Mientras tanto yo me quedaba sentando. Esperando que se secaran. Para luego volver a mojarlas.
Las tendí con cuidado. Esperando la brisa.

(Siempre espero y olvido la brisa)

Anoche lo vi tan claro.
                          Tu piel.
Tu maldita piel seguía impregnando los 4 kilómetros de mi cama.
Tenía que sacarla de ahí.
Exprimirla hasta que se fuera por el desagüe.

Mis sábanas ahora son mi mayor enemigo.
Me espían y abrazan.
Se meten por mi inconsciente y me engañan. Me aprisionan y hacen que no distinga mi día de mi noche.
Ya no me protegen del frio.
Ahora siempre hace frío.

13 veces he querido que te fueras.

Cuando las he vuelto a colocar, pensando que el aroma a limpio mitigaría el dolor, he descubierto lo que pasaba.
No.

No.

No eran las sábanas.
Ni mi cama.
Tu piel habita en la mía.

Y no sé cómo coño arrancármela sin que me duela.

miércoles, 3 de abril de 2013

Laprimaveraenlaquetodaslasfloresmorian.



Mi habitación está llena de moscas.
                                                Mi cama está llena de moscas.
                                                                                           Mi piel está llena de moscas.
Todo se está pudriendo.
Y yo aquí, tumbado entre el hedor de tulipanes muertos.
Flotando en el agua estancada del rio que nunca me contuvo .Del rio que se  para. Se agita. Del rio que me empuja a tragarme todo el agua que ya antes había expulsado de mis pulmones.
Me ahogo como se ahogan los gatos en una bolsa de basura.
Floto entre invenciones que quiero creer.me. Mentiras que quiero vivir.me
Soy tan cobarde que estoy haciendo que todas las paredes que me rodean, tan blancas y puras, se rían de mi a mis espaldas.
Se rían de mi a mis frentes.
Se rían de mi a mis costados.
Mis costados están llenos de gusanos.
Me como lo que vomito una y otra vez.

                                      La lluvia no deja de caer por cada ranura de mis costillas.

Mi esqueleto es una diana.
Mis manos han dejado de hablarme.
Toda la habitación está llena de moscas.
Y en mi estómago el rugido de un animal herido.
Segundos en los que puedo leer quinientos veintidós libros de poemas.
Y digerirlos uno a uno.
Segundos eternos.
Como el rio.
Como el rio que me llevaba.

Y acabo ahogándome.