Anoche.
Otra noche.
Mas.
Anoche, de nuevo, un sueño jugó conmigo al esconder. Y me cogió.
Supongo que es porque hablo demasiado de ti, o porque recuerdo demasiado el olor de tu cuerpo, puede que sea porque he tatuado con saliva en mi boca tu nombre, y da igual los idiomas en el que lo diga, para mí siempre suena como la nana mas estremecedora. Supongo que será por eso. Será por eso por lo que Morfeo esta noche me ha llevado a tu pecho.
“Ábreme el pecho y registra”
Siempre decías eso, ahora no me importa, no me importa quién o que registre que o quien hay debajo de esa blanquecina carne. Prometí no derramar ni una letra más. Pero nunca cumplo mis promesas. También decías siempre eso.
Me he despertado con una estúpida sonrisa en la boca, y con la almohada hundida en mi cráneo, ¿o era al revés?...bah!
No me importas (mentira) no me acuerdo de ti (mentira) no quiero besarte de nuevo (mentira) no me duele que registren tu pecho y no quede ya nada de mí (mentira) Te perdono. (Mentira)
Al levantarme me lavé la cara con la pulcritud del asno que viste de Versace.
Soñé.
Que estabas ahí, donde ya no estás, con la boca manchada de pasta de dientes de menta, y la cara brillante de cremas que no te hacían ninguna falta, porque estabas tan guapa al dormir, que Morfeo se enamoró de ti, y por eso, por sus celos, me atormenta ahora cada noche burlándose de la cremallera que cosiste en mi brazo derecho, aquel que tiene 23 lunares,23 lunares tuyos, que acabaré arrancando con mi propia lengua.
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