“La sombra del pájaro que sobrevolaba mi crujiente cabeza chocó con mis pies. Y ahí se quedo, muerta. Entonces entendí que si colocas dos letras delante de cualquier cosa, todo se vuelve diferente. Una ene, una O.”
Yo llevaba una maleta cargada de pájaros.
Quería hacerlos volar, volar tan alto como pudieran, y mientras yo lloraría de emoción y cogería la maleta ahora vacía para verter mis lágrimas, todas de alegría, y cuando estuviese triste, y llorara lagrimas de pena, me bañaría con ellas y haría un perfecto equilibrio entre lo que es y lo que (ene-o) es.
Una maleta cargada de pájaros.
Y cuando llego el momento de abrirla, mi corazón pataleaba como un insecto boca arriba, y dije, “¡Ahora!”
Abrí la maleta y ningún pájaro voló. Habían muerto. Ahora solo llevaba una maleta llena de pájaros muertos, con sus alas abrazadas en su tronco, y sus pequeños ojos cerrados.
(Ene-o) entendía nada. Absolutamente nada. Yo solo quería hacerlos volar, que volaran y fuesen libres.”Están dormidos” Me repetía una y otra vez, y les golpeaba sutilmente para despertarlos. Están dormidos.
Entonces me senté junto a mi maleta y esperé a que se despertaran, espere mientras llovía, mientras nevaba, de noche, de día, esperé estaciones y tormentas, esperé hasta dejar de dormir.
Una mañana decidí colocar un ene y una o delante de algunas palabras, delante de habían, delante de muertos…Y todo se arreglo. Volaron tan alto que mis ojos se entornaron con el sol,con solo dos letras surcaron todos los cielos, solo con dos letras.Solo con eso todo cambió.Y empecé a llorar.
¿Te acuerdas? Yo no.
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