No pensarás que te quiero, no te atreverás, no quiere decir nada que intentase torturarte por un beso, que mis mentiras fueran caricias disfrazadas no quiere decir que te quiero.
No quiere decir lo que quieras tú oír.
¿Qué loca contempla dos ojos entre tres narices, qué loca piensa con las uñas llenas de ideas y la inspiración entre los dientes, qué loca vomitó a cupido en una borrachera de vino blanco?
No esperarás que aparezca entre las sombras de la desidia, de ese despecho que tengo resbalándose por el canalillo, no pensarás que un día te iré a buscar ni que he pensado buscarte cuando te he encontrado postrada ante las pantorrillas peludas de un juez sin ropa interior bajo la toga.
No pensarás que te quiero, no te atreverás, no quiere decir nada que susurre tu nombre en mis más oscuras confesiones, que mis sentidos te perciban mientras espero nerviosa que se desperece el nuevo día, no significa nada que contemple tus acepciones en el significado de la nostalgia, antes me quedo sin contenido, antes me retuerzo en la tumba de Hitler que decirte lo que quieras tú oír.
¿Quién eres tú, tan retorcida? ¿Quién quiso abrazarse a mi boca para resbalarse por mis hombros y rodearme las caderas con sinuosos deseos por cumplir, erupcionando en mi ombligo como un cráter que ha terminado su hibernación y devasta con todo mi cuerpo? Solo quedan tus delirios por mí, ya no queda más. Entonces miras y remiras, y renuevamente miras para decir,
¿¿¿¿¿¿¿¿¿Quién eres tú????????? Y suenan las verdades con los acordes de esa canción que nos mató.
Deja de repartir labios, niña loca.
Tu sabor no me sabe, solo hace trepar instantes para cogerme todo el tiempo. Estoy harta, y no pensarás que de quererte. Solo faltaba.
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