Olvida todo lo que te pueda decir.Es mi mentira de ti.

jueves, 3 de febrero de 2011

trepidantes pestilencias




Debido a mi pasión irrefutable por escribir he decidido enfrentarme con la profundidad, a falta de una casa con vistas al mar he mirado durante horas dentro del bater, tirando de la cadena para sentir el oleaje. Haciendo alarde de mi compromiso por los reflejos me he acercado hasta separarme por milímetros del agua, he sorbido un poco, me he alimentado de inspiración, y aquí estoy, reflejando su producto. En fin, allá vamos, si Duchamp pudo yo también...
 Despues de mucho pensar y pensar, buscando el vacío y con ello, la plenitud de la vida (algunos lo llaman nirvana, otros lo llaman cha cha chá) he llegado a la conclusión de que mi afectividad en relación con las estadísticas está por debajo del umbral de la pobreza; con afectividad me refiero a las relaciones con personas, si es con otras cosas podría sentirme muy dichosa, por ejemplo, la balleta y yo. 
La balleta y yo tenemos una relación muy estable y fructífera, nunca nos aburrimos la una de la otra y podemos estar cómodas en infinitud de superficies, a ella le da igual que tenga toda la cara de un murciélago atropellado, ella siempre esta húmeda. No es ninguna ligerita de cascos, que suelen llamar los de mi pueblo a las que se les caen los auriculares, simplemente tiene una naturaleza abierta y amoldable a las necesidades de los demás. Porque sí, la he visto con otrxs actuar tan esmeradamente como conmigo, pero no por ello está menos húmeda, que es lo importante. Quien sabe, quizá la ligerita de cascos sea yo, que tengo el conducto auditivo muy estrecho.
Esto de las relaciones afectivas es una cosa harta compleja, ya que intervienen mucho los complejos y normalmente se nos vienen encima aquellas cosas que más excluimos, a mi me pasó con los bigotes. De pequeña desarrollé una repulsión intrínseca a los bigotes, y a eso de los 6 años me miré en el espejo y me encontré con la personificación en miniatura del caudillo, sólo que si cabe, mas bajita y con el pelo a la taza. Pensé entonces en morir en la guerra y así, quizá por alguna reacción de la teoría de cuerdas cambiar la historia, pero no me dejaron... por lo que decidí ahogar mis frustraciones en alcohol y tabaco. Me pillaron y pensé que así quizá me fusilarían pero solo desaté risas y cachondeo...el tiempo pasó y llegó el día de mi real fusilamiento: Mi primera depilación. Dios, no quiero entrar en estos temas tan escabrosos, realmente quería propiciar un buen rato a mi querida esquizofrenia, al menos no he tocado el tema del primer tampax...que quizá si lo tocamos se nos descompongan las manos.
¿Por qué no nos saltamos la infancia? Total, cuando era pequeña sólo quería ser mayor y ahora no hay quien me convenza de que lo soy, soy una niña más, inflada por la edad, no lo dudo.
Si os cuento un secreto deja de serlo, pero no importa porque no voy a sentir que nadie viola mi intimidad cuando mi cuerpo está expuesto en 3 dimensiones y cualquier acaro del polvo puede verme ahora mismo, desnuda y cruzada de piernas, con el portátil alumbrándome la cara y un cigarro marca desert gold con una boquilla de plástico ultralarga al mas puro estilo años 20. No soy ninguna personaje de Casablanca pero casi puedo llegar a la Moncloa con un poco de cinismo, opulencia y una caja de explosivos.

Me estoy liando, lo sé, está claro que hay un tema que ando evitando y que puedo comerme la despensa entera antes de hablar de él, "el sexo" para mi tan obsesivo como la comida, dios mío, si, lo admito, solo pienso en sexo, miro a las personas y solo veo su potencial sexual, para mi no tienen cabeza y las imagino como pollos asados dispuestos en mi cama. Me da igual hombre que mujer, transexual o hermafrodita, todo es admisible en el mundo del placer, igual que en el mundo de los pollos nadie jamás preguntó si eso es un pollo o una polla simplemente se saborea y se presenta al paladar. Sin embargo, esta apertura por el deleite carnal convive con la más intensa agonía pues no me como ni un colín, os puedo asegurar que mis inclinaciones fascistas se disiparon con la primera depilación, pero supongo que eso no tiene nada que ver, mi capacidad para espantar es mas fuerte que la política.
No se si espanto por mis gustos, palabras, actos, es mi mirada o si desprendo alguna hormona radiactiva que desbanca líbidos, la cosa es que espanto, a veces ha sido una ventaja pero en el momento de rellenar mi cama se convierte en un gran chasco. 
Así ha sido siempre, pero ahora nunca fue siempre, y ya que mi entrepierna roza la madurez soy mas underground, voy a montar una fiesta de la espuma en mi baño, una orgía con mi balleta embadurnada, el secador y el enchufe!


Quien quiera apuntarse ya es tarde ;)




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