Olvida todo lo que te pueda decir.Es mi mentira de ti.

sábado, 14 de mayo de 2011

Estrella fugaz

estuve esperando tantos siglos a que te despegaras del cielo para entrar en el hueco de mi pecho,
que casi los huesos se me hacen arena con las que hacer castillos náufragos

pero quise adelantarme a los acontecimientos, la impulsividad atenazó mi cordura y me dispuse a robarte, subí todas las montañas a cada cual más alta y extendía los brazos y casi casi, pero nunca te alcanzaba.

Sin embargo cada noche te tornabas más brillante como si supieras mi idea y quisieras que la duda sobre tu magnitud se escurriese por la alcantarilla, todas las dudas se escurrieron, lo eres todo para mí, lo pensaba tanto que me salió una segunda cabeza, una que atendía a la vida y otra que moría por ti.

Estúpida, me decían, nunca vas a conseguir esa estrella, nadie ha podido y tú no eres distinta, por mucho que creas que dentro tuya cabe una eternidad, no eres más que la masa que pretendes adelgazar, ni siquiera alma tienes, eso es invento de los negociantes de fe. 

No los creía y para estimularme pensaba en los grandes sabios que lucharon contra la adversidad, en los rechazados cuya virtud los hicieron marginales, y me dedicaba a buscar las más altas montañas y alzar mis manos pero nunca nunca nunca llegaba a tocarte, quizá encontraba  más calor en mis dedos y pensando que pudiera provenir de tu celestial influencia me los llevaba a la boca y dibujaba círculos en mi pecho para apuntar la dirección de tu destino más directo.

Un día subiendo una alta alta montaña pensé que estaría bien lanzarte una cuerda para agarrarte de una forma más sencilla pues mis brazos son demasiado pequeños para llegar a tu altura, lancé la cuerda y conseguí agarrarte, tiré fuerte para hacerte bajar pero no te movías, más fuerte, más fuerte, más fuerte, pero seguías inmutable. Pedí ayuda a los más resistentes pero te encontrabas bien pegada al cielo. ¡Qué desazón! Me acordé del cuento de Herman Hesse donde el hombre que perdía la seguridad acababa espantándose contra el suelo y nunca consigue su estrella ¿He tenido yo alguna vez seguridad? Me replanteo que si me lo estoy replanteando quizá tenga que replantearme mejor las cosas.

Me fui a casa y me tapé con todas las mantas, me oprimí con kilos de saturante autocrítica, ¡si no estoy segura de haber estado segura de algo como voy a alcanzar algo! y ¿Cómo sé que eres una estrella? Siempre hablaba contigo en mi cabeza desde que murió la que razonaba.

¿No sé, no sé, no sé! Entonces aprecié que un fulgor radiante salía de mi pecho ¿has nacido o ya estabas aquí? Oculta tras mi deseo, apareciste. En la negación de mi soberbia, cuando supe conciliar la realidad de tenerte y vencida la tonta manía de concebir la posibilidad como amenaza, resplandeciste en mis verdades y ahora, sin comerlo ni beberlo, no puedo parar de moverme y recorrer la eternidad que guardaba por dentro. Mi energía es tan abrumadora que inspiro poemas y a los más voraces les cumplo deseos cuando reafirman como yo supe, todas sus ausencias.

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