Se caracterizan los colmillos porque desgarran y sirven para
la alimentación.
Las emociones y los colmillos tienen mucho en común. Pasé
mucho tiempo con los colmillos hacía fuera, al principio me gustaba porque era
como Drácula.
Lo penoso es que no desgarraba nada de fuera, desgarraban
por dentro. No me daba cuenta, pensaba que le pasaba a todo el mundo. Nos desgarramos por dentro hasta
desaparecer, ese es el sentido de la existencia. Era mi mantra cotidiano.
Fui feliz con esa credencial hedonista, rechazaba todo lo externo porque mi
subsistencia dependía de lo interno.
Por circunstancias de la vida, ya se sabe, promesas interiores
o recuerdos que quieren vivir, me puse ortodoncia. Mis colmillos siempre hacia
afuera se colocaron en su lugar, empezaron a crecerme cosas nuevas por dentro,
cambié la dieta.
Ahora necesito cosas exteriores para alimentarme, necesitar,
un verbo que siempre me pareció vulgar, ahora me parece valiente. Necesitar viene
del verbo “cedere” que significa
parar, necedere, es no parar. Buscar
alimento en lo externo me hace no parar, de buscar, de caminar, de vivir.
A los colmillos también se les llama caninos, por los
perros, mis dientes perros cambiaron de lugar y cambiaron mi vida.
Mis dientes perros me hacen necesitar necesitar. Necesitar por dos veces, por ti y por mí, por la vida
que perdí olvidando.
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