Yo
quería desnudarme ante ti.
Pero de verdad. De dentro a fuera como si la carcasa de mi cuerpo fuese
reversible. Como si quisiera que hicieses con mi piel una pequeña tienda de
campaña y te acostaras dentro de ella. A lo alto de una montaña en plena noche
de invierno. Y que vieses las estrellas. Tan cerca de ti que con sus puntas te
rasgaran y te hicieran cosquillas. Quería quitarte los miedos a lametazos. Para siempre. Y
que el vaho de mis pulmones fuese tu calefacción centralizada. Centrada en tu
pecho. De mi pecho a tu pecho. Y juntarlos mientras nuestras costillas se
aceleran a compás.Y que sonara nuestra canción favorita mientras sonreímos como
niños pequeños. Como si mi cabello fuese tu campo de trigo. Y trizar todos los
amaneceres posibles y por haber. De eso te hablo. De esa forma de desnudar. De
que cazaras todas las mariposas muertas que anidan en mi interior y las expulsaras de ahí para siempre. Que tallaras por dentro
lo que quiero que seamos por fuera. Y hacer de las noches todo nuestro día. Y
de los días el deseo de que llegue la noche. La saliva siempre cura la fiebre.
Y siempre que pienso en ti me sube a 38º -Así permanecerás caliente, te dije.Quería desnudarme de esa forma.
Pero tú no lo entendiste.
Tú solo querías verme los cuádriceps
y subirte encima.
Tengo secos todos los rotuladores de mi mesita de noche. Esos con los que apunto en mis piernas los metros que me separan de ti.
Freir espárragos.
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