Pensar que no quiero pensar para no parar de pensar.
De camino al trabajo me encuentro dos monjas abrazadas caminando, ambas vestidas iguales, con la misma estatura, la misma expresión en la cara, están hechas una.
Me da pavor terminar así, hecha una con algo, ¿es posible que eso suceda? ¿Qué hicieron las monjas? ¿Qué camino recorrieron para volver al principio? ¿Qué relación hay entre la fusión y la teletransportación?
¿Qué hubo antes de la palabra? Un gemido,
¿Qué hubo antes del cuerpo? Un átomo.
¿Por qué la ciencia no puede explicar lo imposible y en cambio, demostrarlo?
Suelo preguntar por miedo a afirmar, pudiendo afirmar en rotundo, simplemente, que nada tiene sentido, que siento la voluntad quebradiza cuando no sé si está como la siento.
Siento tu cuerpo abrazándome y no estás, siento que me aprietas y sé que ahora tus átomos están expandiéndose entre estrellas que no existen. Que si te llamo contestas al milisegundo pero estás a mil años luz, que la velocidad del sonido es más lenta que la del alma.
Palidezco brindando con la nada y dejándome vencer por certezas vacías, así alcanzo seguridad y si caigo, no tropiezo con nadie, no siento que esté en una fosa común de deshechos, de sueños falsificados como marcas made in taiwan.
Es desidia, orgullo, es no querer sufrir porque solo se sufre en la Tierra y yo soy de otro mundo, que no me creo los anuncios, ni las peliculas, ni las noticias, ni la religión, ni la cultura, que no merezco sufrir, que no debo hacerlo, por mucho que sienta tu abrazo y no estés.
Y tu olor sea falso polvo de hadas de Channel, y vea la marca de tus uñas en picaduras de mosquito, y tu mirada fija en la cara oculta de la luna, siempre presente en la tristeza invisible.
No sé si existo, no sé si soy, no sé si perezco o sobrevivo, no sé si cambio o si me choco contra un muro, no sé si soy una mosca, un pan o una rebanada, no sé si mi piel está prensada o extendida, si son varices o el fosforo de mi sangre deseando arder.
Prendiste y yo también necesito fuego, comienza la quema.
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