Olvida todo lo que te pueda decir.Es mi mentira de ti.

martes, 27 de septiembre de 2011





He plantado un ciprés mientras oía el maullido de los rinocerontes que se acercaban hacia mí por el jardín. La saliva al tragarla me ha traicionado y ha salido hacia afuera, como una fuente de lodo cínico, en el que flotaban palabras sin sentido y gritos ahogados.
Si no sigues la fluidez del rio,  te tragarás toda el agua.
Deja de atormentarme, cigüeña verde. Deja de meter tu pico en mis venas y alimentar con mi sangre a tus crías. Que chillan esperando el bocado. Que gritan pidiendo más. Mas. Mas. Mas.
Ya no me queda sangre, pequeña.
Soy una sandía que flota en un acantilado al ponerse el sol. El sol. Solo. Solamente. Solamente con una flauta en clave de sol. El sol. Se pone. A mí solo me pone el golpe de una ola en tus rodillas. Una ola. Hola cordura. Cobarde y dura.
Mi cerebro es un aspersor.
Da vueltas lanzando instintos que mojan. Que vulneran. Que saben a mango recién cortado.
Da
Dame una razón para quedarme, memoria.
Un halo para seguir colgado de ti, recuerdo.
El otoño llega al jardín y las sombras de los arboles se me clavan en la nuca.
El aire es fresco.
El fresco de una boca cuando se acaba de lavar los dientes, el fresco de tu lado de la cama ahora que no estás.
Mi jardín se pudre.
Los mastines están ladrando. Quieren devorar orangutanes.
Les doy mis manos y mis pies.
Tengo que alimentar su sed.
Solo soy carne.
Y en cada parcela de mi cuerpo.
Está tu cementerio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario